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14 jul 2011

Adultos mayores y discapacitados tienen una nueva vida en ex Hogar de Cristo

Un año atrás, las carencias económicas hacían que la vida de 102 personas, adultos mayores en abandono o personas con alguna discapacidad, albergadas en el antiguo Hogar de Cristo, fuera muy dura y con grandes limitaciones de alimentación, limpieza y atención médica.

El menú diario que recibían estas personas no pasaba de un locro de zapallo o un ajiaco de ollucos con un espinazo de pollo. Esa triste historia dio un giro de 180 grados cuando el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social, a través del Inabif, decidió relevar al suspendido sacerdote Martín Sánchez de la administración, asumir esa función y convertir el albergue en el Centro de Asistencia Residencial (CAR) Virgen del Carmen.

Atrás quedaron entonces las sopas de pescuezo y patas de pollo. Como un mal recuerdo quedaron los colchones agujereados, los catres desvencijados y la miseria.

A los 102 albergados que el Inabif encontró se han sumado 25 más que hoy viven una vida diferente, en condiciones dignas de seres humanos, con alimentación balanceada, ambientes limpios, atención médica y mucho afecto.

En abandono

A simple vista, Carmela es una joven mujer afectada sólo por un mal que le impide caminar, pero su diagnóstico médico indica que sufre retardo mental. Hace algunos meses, ella encontró en el CAR Virgen del Carmen una familia de reemplazo, que le da lo que su real entorno le negó: el cariño y la atención que sus problemas de salud requieren.

Un día, su hermana vendió la casa en la que vivían y la dejó literalmente en la calle, en el más completo desamparo, donde sobrevivió por algún tiempo hasta que fue rescatada y llegó al encuentro de su nueva familia. De la anterior no quiere saber nada. En este centro está su presente y su futuro, dice.

Eduardo, de 80 años, también tiene una historia de soledad a cuestas. En los años cuarenta vino de su natal Cajamarca para encontrarse con uno de sus dos hermanos en Lima, pero la convivencia no funcionó. Decidió entonces seguir su propio camino, trabajando como carpintero.

Nunca se casó ni tuvo hijos y la vida bohemia que llevó por muchos años le pasó la factura. En estado de desamparo fue llevado al desaparecido Hogar de Cristo, y hoy su tranquila vida transcurre en el nuevo CAR.

Todos los albergados pasan sus días departiendo con sus compañeros y participando en diversos talleres adaptados a sus diferentes habilidades, donde elaboran chocotejas, portarretratos de madera, cojines decorativos, llaveros, bisutería, y cultivan lechugas hidropónicas. Estas actividades los hacen sentirse seres humanos útiles y con grandes capacidades.

Conciliación

De los 13,500 metros cuadrados del terreno que ocupaba el desaparecido Hogar de Cristo, el Inabif sólo logró recuperar 4,000 metros. El resto continúa siendo ocupado por Martín Sánchez, quien sigue operando con terceros un restaurante, una panadería y un gimnasio, y lucrando con ello, sin entregar un centavo a la entidad estatal.

A decir del director ejecutivo del Inabif, Hiler Maizel, Sánchez optó por llevar este asunto al ámbito netamente terrenal, olvidándose de su vocación religiosa, y así acudir a los tribunales para mantenerse en el lugar, que es de propiedad estatal.

Según Maizel, el suspendido sacerdote ha utilizado muchas argucias legales para seguir ocupando el terreno, donde vive con su madre.

El funcionario confió en que Sánchez retome su espiritualidad y opte por una conciliación, para evitar seguir alargando el proceso judicial innecesariamente en perjuicio de la población vulnerable, que requiere atención del Estado y que no puede ser recibida por falta de espacio.


Fuente: Noticia Local - Andina