Por Oswaldo Carpio Villegas
El montesinismo se ha convertido en una categoría política que define la teoría, la estrategia y la acción de delincuentes-políticos que tienen como objetivo penetrar a las FFAA y Policiales, a los partidos políticos y a los candidatos a las elecciones presidenciales --de cualquier posición y ubicación en el espectro político- con el fin de iniciar --desde el triunfo electoral o desde un golpe de Estado-- el control del Estado a fin de vaciarlo progresivamente de contenido legal y democrático, pasando --paso a paso y subrepticiamente-- a someterlo desde adentro, saqueando su patrimonio-recursos ya sean bienes, bonos, empresas públicas, dinero, bienes muebles, funcionarios y empleados públicos que son usados con fines privados. El único fin-final del montesinismo es el robo del patrimonio público.
Para lograr el saqueo del patrimonio público el montesinismo hará uso de medios legales e ilegales, sacándole la vuelta a la ley, pervirtiéndola, adulterándola, interpretándola para sus fines ilegales, quitándole todo contenido legal y legítimo. En el cumplimiento de ese objetivo realizará una labor amplia de relaciones públicas entre autoridades civiles y militares para irlas sometiendo a través de la prebenda, la extorsión y el chantaje.
El montesinismo tiene una estrategia basada en la aplicación de la ciencia y la técnica de la guerra política para lograr sus metas y objetivos. Se privilegia el espionaje, el manejo y control de la información con el fin de engañar y desinformar. El montesinismo no tiene amigos ni aliados sino contactos o personajes que sirven a sus fines.
En su estrategia de control del poder y en sus diversas formas, el montesinismo irá creando alrededor del poder un núcleo duro, cerrado, que será envuelto por diversas capas o círculos de poder que corren paralelas a través de diversos personajes que actúan en el escenario interno o en el escenario público del propio Estado.
El montesinismo considera a sus competidores, en democracia o en el momento del control del poder autoritario, como a sus enemigos a los que hay que someter, destruir o eliminar ya que el montesinismo es una organización criminal. Usa la legalidad para traspasarla, doblegarla, burlarla o destruirla. Las organizaciones montesinistas han traspasado la acción legal y han usado y usan delincuentes –sicarios- para sus crímenes que van desde el simple asesinato hasta la muerte en accidentes o en falsos asaltos y robos que ponen fin a la vida de sus víctimas.
El montesinismo se vale de todo tipo de estratagemas que van desde las cortinas de humo, declaraciones falsas, la propalación de rumores y mentiras a través de los medios de comunicación o de personajes públicos que se prestan a ello o de rumores creados, organizados y promovidos desde los organismos que controlan. En el país tantas fueran las estratagemas de engaño que la gente las empezó a descubrir y calificarlas de cortinas de humo. Se usaron, por ejemplo, maniobras distractivas como las vírgenes que lloran, imágenes de cristos que aparecen en los troncos de los árboles o las paredes, escándalos de vedettes y de la farándula o de la relación de futbolistas con las vedettes. Durante el auge y predominio del gobierno de Alberto Fujimori el montesinismo tuvo capacidad de controlar canales de televisión –comprados-, programas de televisión, conductores y conductoras, a artistas cómicos: imitadores, entre otros, que buscaban hacer terrorismo de imagen contra personas e instituciones que el montesinismo consideró un obstáculo en su estrategia de perpetuación en el poder.
En la destrucción de la imagen de los que considera “enemigos” hace uso de sicarios mediáticos: periodistas, conductores de televisión, cómicos o humoristas, artistas de la farándula a fin de repitan y propalen mentiras, desfiguren la imagen de un líder político, zahieran o contribuyan a desdibujar la imagen de un político hasta convertirlo en la de un personaje odiado, detestado o en el que hay que desconfiar o por el cual no hay que votar, porque el montesinismo hace uso de estos mecanismos con fines precisos ya sea electorales o para evitar una investigación, controlarla y destruirla.
Aún después de recuperada la democracia conductores de programas de televisión han hecho uso de sus capacidades para hacer terrorismo de imagen con total impunidad. Es que los métodos montesinistas han echado raíces en la sociedad y el Estado.
En el Perú el montesinismo usó la televisión, la radio, la prensa impresa y diversos medios de comunicación regionales y locales que ingresaron a ese juego simplemente por dinero aún cuando el montesinismo intentara presentarse como un poder sapiente, es decir, que conoce los problemas del país y sabe qué es lo que debe hacerse desde el poder. Muchos empresarios cayeron embelesados con el supuesto conocimiento de VMT y comentaban con orgullo que se habían reunido con él y que éste era el único que sabía qué era lo que había que hacer en el país.
Dentro de la estrategia del montesinismo debe considerarse la interceptación telefónica para obtener información o para realizar psicosociales, es decir, difundir conversaciones previamente editadas le el fin de generar escenarios favorables a sus intereses; la captación de personas para usarlas para sus fines sin que muchas de esas personas sepan que trabajan para un fin criminal. Existen, también, en la organización montesinista personas que trabajan para esta organización y que sí saben lo que hacen como el caso de los magistrados, periodistas, dueños de medios de comunicación, congresistas, etc., que cobraron enormes sumas por su “labor” de sicarios mediáticos. El montesinismo con este fin crea una red u organización criminal copiada de los partidos políticos totalitarios de la extrema izquierda y la extrema derecha. Esta red está formada por contactos, amigos, simpatizantes, colaboradores, funcionarios y actores principales del núcleo duro que construyen una organización paralela a la del Estado y que tienen una vida clandestina, semilegal y, también, legal.
El montesinismo penetra el Estado peruano como organización semi-legal e ilegal que busca controlarlo, copándolo y vaciando de contenido sus verdaderas funciones. Así, se busca controlar a parlamentarios, funcionarios de Estado: jueces y fiscales, oficiales de las FFAA y policiales, altos funcionarios del Poder Electoral entre otros. De esta forma, existen poderes del Estado aparentemente autónomos y pulcros en sus funciones; sin embargo, están controlados y sometidos, aún cuando se busca guardar la apariencia en su funcionamiento legítimo. Sucedió con el control del Poder Judicial, el Ministerio Público y el Poder Electoral. Se trata en síntesis, que el contenido real de una institución pública ha desaparecido para ser reemplazado por un grupo de personas cuyo verdadero fin es servir al poder ilegal.
El montesinismo, busca, asimismo, someter a empresarios, periodistas, profesores universitarios, entre otros con el fin de crear una red criminal lo más amplia posible de colaboradores en la que el centro del poder es lo más cerrado posible de forma tal que el poder es compartimentalizado y los colaboradores periféricos son simples cómplices lejanos, mientras que mientras más cerca se está del núcleo duro, el compromiso, el conocimiento y la prebenda es mayor. El montesinismo busca contactar y organizar a todo aquel que pueda ser usado y/o utilizado para el único fin real: el saqueo del patrimonio del Estado.
En el momento actual existen organizaciones y personas que inspiradas en el montesinismo controlan y usan medios de comunicación para fines políticos sin que los que dirigen estos medios lo sepan a cabalidad. Son usados en las coyunturas electorales y en las que se disputa el poder. Estos medios, incluso, realizan campañas desde la izquierda por los derechos humanos. Lo mismo ocurre con los “topos” del Congreso de la República que son principistas de palabra pero que en los hechos participan de organizaciones criminales en forma oculta, con agenda y acciones propias.
El montesinismo busca el control del poder y la perpetuación a través de diversos mecanismos que van desde el golpe de Estado, las reelecciones indefinidas, los fraudes electorales –se vale de la penetración del poder electoral y su sometimiento- y los golpes de Estado. El fraude electoral se realiza pervirtiendo la labor de los funcionarios, produciendo el cambio de los votos en mesa y, de esa forma, burlando la voluntad ciudadana.
En la estrategia del saqueo del Estado el control del poder electoral es clave pues se buscará derrotar todos los obstáculos comprando a funcionarios de diversos niveles de los organismos electorales, chantajeando, extorsionando funcionarios hasta el punto de usarlos como simples títeres.
En el objetivo de conseguir doblegar a la justicia y cuando ya han sido vencidos por jueces probos, recurren al terrorismo de imagen, las primeras planas, el amedrentamiento, el reglaje, el chantaje pues tienen equipos y personas preparadas para la interceptación telefónica. De esta forma, consiguen que fiscales y/o jueces probos sean sacados de los casos en los que están perdiendo los procesos judiciales.
El objetivo fundamental del montesinismo es tomar el control del poder central, regional y/o local para saquear los recursos del Estado. Pero, el montesinismo dirige su estrategia a las columnas esenciales de todo Estado moderno: el Poder Ejecutivo, el Congreso de la República, las FFAA y Policiales, y, desde que los Gobiernos Regionales y Locales disponen de ingresos millonarios, buscan controlarlos totalmente. Este control se ve facilitado porque existe la reelección indefinida en estos niveles del Estado. Mientras están en el poder, lo usan para crear una red clandestina de colaboradores en búsqueda de la impunidad. Estos sujetos se presentan como personas “decentes”.
Recalco, hoy la reelección indefinida de en los Gobiernos Regionales y Locales es un mecanismo clave para el despliegue de prácticas montesinistas pues hay miles de millones de soles que se mueven en inversiones, servicios, planillas, concesiones, transferencias del Estado, impuestos, tributos, tasas, contratación de personal y servicios sobre los que se obtiene lo que llaman el “diezmo” que lo consideran legítimo y otros enormes recursos sobre proyectos que simplemente no se ejecutan o la extorsión y pago de cupos por transportistas, mineros ilegales y mineros pequeños, medianos y grandes que ingresan al juego de estos poderes corruptos.
El montesinismo se dirige con diligencia hacia el control de los aparatos de inteligencia del Estado peruano pues desde allí tiene acceso a información, personal y recursos para sus fines. El concepto cuasi perverso de “promoción” es usado como un mecanismo de solidaridad y colaboración entre los promocionales. El que no actúa de acuerdo a lo que predomina en la “promoción” es aislado y señalado como traidor. El falso valor y la solidaridad entre los de la “promoción” es un factor clave para entender la cultura del montesinismo. El que informa sobre la labor ilegal de uno de la “promoción” es considerado un traidor.
El montesinismo busca, asimismo, penetrar y someter a la prensa libre y, cuando no lo logra, crea medios de comunicación aparentemente independientes para difamar, calumniar, mentir sobre instituciones o personas con el fin de someterlas y/o extorsionarlas a través del chantaje. La experiencia de la llamada prensa “chicha” no ha terminado. Ese fue un momento culmen del terrorismo de imagen contra personajes probos o los que simplemente eran un obstáculo real o imaginario de los mafiosos.
Debe quedar claro que el montesinismo es una organización criminal que tiene dos objetivos claros: penetrar y someter al Estado peruano a fin de saquearlo indefinidamente. Desde el punto de vista político es pragmático. El montesinismo puede ser de izquierda o de derecha o de centro, según convenga a sus intereses. Usa de una manera pragmática a las organizaciones más fáciles de penetrar: las organizaciones extremistas en las que puede atizar y usar la violencia de acuerdo a sus objetivos tácticos. Además, es mucho mejor penetrar y usar a la izquierda que se encubre de une aureola de justicia y verdad, y de defensa de los derechos humanos. En esta tapadera se esconden operadores de mafias criminales.
El montesinismo se ha convertido en una cultura política, en una manera, una forma de hacer política de los delincuentes-políticos y de los políticos-delincuentes que ingresan al juego del poder con el objetivo de controlarlo para saquearlo. No existe un montesinismo heroico. El montesinismo es, simplemente, una organización criminal que se vale del control del poder político que alcanza legal e ilegalmente para saquear el Estado. Eso hay que tenerlo absolutamente claro.
Existe hoy en el Perú un puñado de grupos montesinistas que inspirados en la metodología construida por Vladimiro Montesinos Torres (VMT) han logrado penetrar y establecerse en Gobiernos Regionales y Locales, que cuentan con una amplia red de colaboradores y de contactos a través de los cuales operan en diversos niveles del Estado peruano. La organización criminal de estos grupos montesinistas realiza los mismos métodos que usó VMT para someter y cogobernar con Alberto Kenya Fujimori Fujimori.
Los grupos políticos que cuentan con una metodología montesinista se valen de la reelección indefinida que les permite la ley y se dedican a organizar grupos de interceptación telefónica para someter a sus víctimas, atacar a sus enemigos y lograr el objetivo del control total del poder. En los niveles regionales y locales han logrado penetrar al Poder Judicial, el Ministerio Público, la prensa local, la PNP y otros poderes locales a fin de lograr la impunidad de sus crímenes que tienen dos objetivos: el saqueo del Estado peruano y la perpetuación en el poder.
Pero el viejo montesinismo no ha desaparecido. Algunos están fugados y están ávidos de usar el dinero mal ávido y, por ello, buscan penetrar a las FFAA y Policiales, al Estado y al Gobierno.
Existe, entonces, el montesinismo sin Montesinos. Los más audaces montesinistas sin Montesinos, han logrado penetrar el Congreso de la República, cuentan con medios de comunicación nacional y local que usan a personajes de cierto prestigio y de posiciones antisistema para usarlos como parapeto. Estas organizaciones están comprometidas con crímenes por el control total del poder y por disputas alrededor de los negociados. Estos grupos forman parte de organizaciones criminales aún mayores que tienen poder pero que ya están detectadas por las autoridades pero que, sin embargo, no logran ser sometidas, destruidas y puestas en prisión porque han logrado una clara influencia en las más altas esferas de tal manera que aún siendo conocidas -se sabe quiénes las forman, se sabe quiénes son sus jefes y operadores- no han logrado ser puestas en prisión y siguen actuando con aparente impunidad. Sin embargo, están siendo golpeadas parcialmente pero el núcleo duro de estas organizaciones criminales se mantiene intacto y siguen actuando en el poder nacional, regional y local.
Foto: christian-salazar.blogspot.com
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